Nombrar las emociones



La importancia de las emociones en una novela es algo que casi todo el mundo tiene claro. Por lo general no queremos ofrecer a nuestro lector una simple lista de acontecimientos, queremos contarle una historia, sí, pero también transmitirle con ella una serie de emociones y sentimientos; queremos emocionarlo, aterrorizarlo, hacer que ese enamore o tiemble de rabia, que sienta con los personajes que hemos creado para él y experimente nuestra obra de forma vívida.

Pues bien, para conseguirlo lo primero que debemos evitar es nombrar las emociones que queremos provocar. No es que tengamos que desterrar de nuestros escritos la palabra "tristeza", ni que debamos tachar por sistema todas las alegrías, frustraciones, desesperaciones y felicidad de nuestro borrador, a veces es conveniente e incluso necesario usar esas palabras. A lo que me refiero es a que podemos ofrecer más profundidad y más viveza a nuestra historia si, en lugar de decir que Pedro está preocupado, mostramos los surcos que han aparecido entre sus cejas, la mirada concentrada en un objeto superfluo y su falta de atención a todo lo que lo rodea, y si, en lugar de decir que Ana está asustada, hablamos de sus pupilas contraídas, del rictus de sus labios tensos, sus manos temblorosas y el cuerpo encogido en un rincón de la habitación, probablemente conseguiremos un efecto más intenso en el lector. Es lo que se llama mostrar, no contar.

Porque la cuestión es que el mencionar el "miedo" no va a provocarnos miedo, el leer la palabra "felicidad" no nos hace felices como por arte de magia, el escribir "tristeza" no va a entristecernos cuando leamos esa palabra, entenderemos lo que el personaje está experimentando, pero no lo sentiremos. El lector necesita identificarse con el personaje para emocionarse, y solo si puede empatizar con él experimentará lo que éste está sintiendo, esas emociones que le queremos transmitir.
Eso es a fin de cuentas lo que al lector le interesa: sentir, vibrar con ese libro que está leyendo, zambullirse en la historia y vivirla; al lector no le importa lo que sientan los personajes, le importa lo que siente él a través de esos personajes.

Así que si quieres que tu lector simplemente entienda tu historia y la olvide nada más cerrar la cubierta, adelante, hay un montón de palabras que puedes usar para nombrar emociones, pero si lo que quieres es dar varias vueltas al cerebro de tu lector y centrifugarle el corazón... ya sabes ;-)

Y ahora... ¡a escribir!




No hay comentarios:

Publicar un comentario